martes, 3 de noviembre de 2009

Hay que enfrentarlos, no son nada

Por Alejandro Romero Pozzi

Un viejo proverbio griego, reza -"Una cadena de flores, resiste más que una de hierro"-. Hay veces, en la vorágine que vivimos, que la necesidad de absorber cuanta noticia da vueltas, supera absolutamente todo. Vivimos corriendo detrás de la información, no solamente quienes estamos ligados a los medios, el común de la gente también. Consumir cuanto se diga, escriba o muestre, es la prioridad del hoy y por consiguiente, quienes deben confirmar en forma fidedigna, la información antes de emitirla, prefieren largar a correr, lo que no va más allá del rumor. Cuántas veces, y al ámbito del fútbol me refiero, vimos, escuchamos y leímos la renuncia de tal o cual técnico. Ni hablar de las contrataciones: postulan listas de nombres contactados, aventuran el nombre del elegido y luego ante la evidente realidad, hablan de un "tapado". Son los amarillistas de siempre, los que inventan cualquier situación, sea deportiva o personal de los protagonistas, para comenzar a vociferar todo tipo de irrealidades. El listado es conocido, los pueden escuchar o leer todos los días, son altamente identificables, porque merced a su impunidad absoluta, creen ser los dueños de los medios. Panqueques, absolutos panqueques, es lo que son. No saben manejarse si no es con la autoridad de turno, cubriendo sus espaldas, pero cuando les sacás la careta o los desafías o le tirás el off side, intentan minimizar su accionar, con un -" sabés que es parte del folclore, no da para calentarse"-. Quienes comparten mi días, sean amigos o compañeros de trabajo, saben que los enfrento y se los digo, no me lo guardo, sería de cagón hacerlo y aceptaría su juego. Fijarse nomás en el tratamiento que le dieron a la no venida de Matthaus, exime de cualquier comentario, llegaron hasta el límite de meterse con la memoria, de alguien tan sagrado para todos los racinguistas, la querida TITA MATIUSSI. Hay que ser mierda, no podés joder con algo así. No podés reirte del sentimiento de amor más puro, que esa mujer dió por Racing. Las 24 horas del día puestas al servicio de "su" club, desde atender solita a los chicos de la pensión, hasta lavarles y plancharle la ropa, a algunos de la primera. Darse tiempo para ser la mamá sustituta, de quienes en los primeros años de adolescencia, dejaban su lugar de origen para buscar un futuro mejor, y siempre hacerse un tiempito, para cebarle unos mates, a algún ex jugador que llegaba a visitarla. Siempre sonriente, siempre feliz, siempre dichosa de haber elegido casarse con Racing, así no tuvo que mudarse del hogar, que siempre la cobijó: el glorioso COLISEO DE CEMENTO (como le decían en los años 50, 60, 70, como me gusta llamarlo). Hoy el predio de las categorías menores lleva su nombre, por todo lo que hizo en vida, por toda la dedicación y pureza, puesta en cada uno de sus ratos. Tita, sabés que cada uno de tus actos fue un eslabón, de esa gran cadena que forjaste y que hoy, todos los racinguistas te agradecemos. Nos distes todo tu amor, tu vida, solo podemos retribuirte tomando tu defensa, como lo hace un hijo por su madre: a fondo, sin medias tintas, sin medir las consecuencias.

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