viernes, 9 de octubre de 2009

Aunque ganes o pierdas, no me importa.....

Por Alejandro Romero Pozzi
Da mucha bronca, la pucha si da. A nadie le gusta, atravesar momentos como los del presente, sin ganar un solo partido de ocho jugados, con cuatro empates y cuatro derrotas, sin futuro cierto a la vista y con un técnico, que a la hora de escribir esto, está por confirmar su renuncia. No se lo deseo a nadie, la angustia del porvenir tormentoso, es la peor de las incertidumbres, por las que puede caminar, un ser humano. Saber que cada paso mal dado, nos puede desandar el camino mucho más. Cada mala decisión tomada puede, inexorablemente, acercarnos al borde del abismo, cuyas fauces conocemos y donde no queremos volver. Veo con agrado, por cierto, el nivel de participación de los hinchas mas jóvenes, aquellos que nacidos del '80 en adelante, no sufrieron el martirio del descenso de categoría. Aquellos, que en la aciaga tarde de diciembre de 1983, aún no tenían conciencia (por no haber nacido o por ser muy chicos) de lo que ese 4 a 3 con Racing de Córdoba significaba. (Permítaseme una licencia: va para los DESMEMORIADOS de camiseta colorada, cuando jugamos con ustedes, 21/12/83, ya estábamos descendidos, no nos mandaron amargos!!!). El deambular por canchas, que jamás un grande en historia y títulos, había pisado. Retroceder en el tiempo y volver a pisar tablones, de estadios que si hubiese existido el Coprosede, clausuraba de por vida. Capacidades desbordadas, en las tribunas visitantes. Sí, no estaban preparados para recibir 10 mil o quince mil fanas académicos, como íbamos todas las semanas. Ah!, y minga de entradas anticipadas, el tema era llegar y apiñarnos contra una o dos ventanillas, soportar los embates de la Policía montada, apretando con los matungos, tener el guiño de la diosa fortuna, para sobrevivir entre la multitud y por fin, desembocar en algo similar a una tribuna. Así vivimos los dos años, hasta ascender. Sufriendo, padeciendo, pero estoicamente fieles, a nuestro sentimiento más puro de hincha. Lloré por el descenso. Lágrimas de hombre, de dolor, de desencanto, de absoluto amor por los colores de mi vida, rodaron por mis mejillas y hoy vuelven a nublar mis ojos, ante este presente aciago. Pero en la juventud, como decía antes, veo el porvenir, la participación, el reclamo, en síntesis: la fuerza para gritar a los cuatro vientos, el orgullo de ser de Racing. Y ahí estamos, los que pasamos los peores momentos, mezclados con la sangre joven, que te obliga sí o sí a salir adelante. ¿Entonces, cual es el miedo?, si todos tenemos la misma sangre, la que nos fluye a borbotones de las venas y nos deja sin voz la garganta. Esa que nos obliga, permanentemente, a alentar...en las buenas y en las malas, MUCHO MÁS.

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